JESUCRISTO
Jesús , también conocido como Jesús, Cristo,o Jesucristo (Belén, Judea, Imperio romano; ca. 4 a. C.-Jerusalén, Imperio romano; 30-33 d.
C.) es la figura central del cristianismo y una de
las más influyentes de la cultura
occidental. Prácticamente todos los historiadores de la Antigüedad
afirman la existencia
histórica de Jesús. Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo i en las regiones de Galilea y Judea, y fue crucificado en Jerusalén en torno al
año 30, bajo el gobierno
de Poncio
Pilato.
Para la mayoría de
las denominaciones
cristianas, es el Hijo de Dios y, por
extensión, la encarnación de Dios mismo.
Su importancia estriba asimismo en la creencia de que, con su muerte y
posterior resurrección, redimió al
género humano. El judaísmo niega
su divinidad, que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa,
es considerado uno de los profetas más
importantes.
Lo que se conoce
de Jesús procede casi exclusivamente de la tradición cristiana aunque se le
menciona en fuentes no cristianas especialmente
de la utilizada para la composición de los evangelios
sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos treinta o
cuarenta años, como mínimo, después de la muerte de Jesús. La mayoría de los
estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible
reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen
grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de
análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse.
Milagros
relatados en los evangelios
Según los evangelios, durante su ministerio Jesús realizó
varios milagros.
En total, en los cuatro evangelios canónicos se narran veintisiete milagros, de
los cuales catorce son curaciones de distintas enfermedades, cinco exorcismos,
tres resurrecciones, dos prodigios de tipo natural y tres signos
extraordinarios.
·
Los evangelios narran las siguientes
curaciones milagrosas obradas por Jesús:
2.
Sanó a un leproso galileo mediante
la palabra y el contacto de su mano (Mc 1,40-45; Mt 8,1-4; Lc 5,12-16);
3.
Sanó a un paralítico en Cafarnaúm que
le fue presentado en una camilla y al que había perdonado sus pecados,
ordenándole que se levantara y se fuera a su casa (Mc 2, 1-12; Mt 9,1-8; Lc
5,17-26);
4.
Sanó a un hombre con la mano seca en
sábado en una sinagoga, mediante la palabra (Mc 3,1-6; Mt 12,9-14;Lc 6,6-11);
5.
Sanó a una mujer que padecía flujo de
sangre, que sanó al tocar el vestido de Jesús (Mc 5,25-34; Mt 9,18-26; Lc
8,40-56);
6.
Sanó a un sordomudo en la Decápolis
metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo, tocándole la lengua y
diciendo: «Effatá», que significaría ‘ábrete’ (Mc 7,31-37);
7.
Sanó a un ciego en Betsaida poniéndole
saliva en los ojos e imponiéndole las manos (Mc 8,22-26);
9.
Sanó a distancia al criado del
centurión de Cafarnaúm (Mt 8,5-13, Lc 7,1-10, Jn 4,43-54; Jn 4,43-54);Nota 6
10.
Sanó a una mujer que estaba encorvada
y no podía enderezarse, mediante la palabra y la imposición de manos (Lc
13,10-17). Esta curación tuvo lugar también en sábado y en una sinagoga;
11.
Sanó a un hidrópico en
sábado, en casa de uno de los principales fariseos (Lc 14, 1-6).
12.
Sanó a diez leprosos, que encontró de
camino a Jerusalén, mediante la palabra (Lc 17,11-19).
13.
Sanó a un hombre que llevaba treinta
y ocho años enfermo, en Jerusalén, en sábado (Jn 5,1-9).
14.
Sanó a un ciego de nacimiento
untándolo con lodo y saliva, tras lo cual le ordenó lavarse en la piscina de
Siloé (Jn 9,1-12).
15.
Sanó la oreja de un siervo del sumo
sacerdote (Lc 22,51)
·
En los evangelios canónicos aparecen
cinco relatos de expulsiones de espíritus impuros (exorcismos)
realizados por Jesús:
1.
Expulsó a un demonio en la sinagoga
de Cafarnaúm (Mc 1,21-28; Lc 4,31-37);
2.
Expulsó a otro en la región de Gerasa (Mt
8,28-34; Mc 5,1-21; Lc 8,26-39);
3.
Expulsó a otro que poseía a la hija
de una mujer sirofenicia (Mt 15,21-28; Mc 7,24-30);
4.
Expulsó a otro que atormentaba a un
epiléptico (Mt 17,20-24; Mc 9,14-27; Lc 9,37-43);
5.
Expulsó a un «demonio mudo» (Lc
11,14; Mt 12,22).
Además, hay varios pasajes que hacen referencia de modo
genérico a exorcismos de Jesús (Mc 1,32-34;Mc 3,10-12).
·
Según los evangelios, Jesús obró
tres resurrecciones:
1.
Resucitó a una niña de doce años, la
hija de Jairo (Mc 5,21-24, Mt 9,18-26, Lc 8,40-56). Jesús afirmó que la niña no
estaba muerta, sino solo dormida (Mt 9,24;Mc 5,39;Lc 8,52).
2.
Resucitó al hijo de la viuda de Naín (Lc
7,11-17).
3.
Resucitó a Lázaro de Betania (Jn 11,1-44).
·
Jesús obró también, según los
evangelios, dos prodigios de tipo natural, en los que se pone de manifiesto la
obediencia de las fuerzas naturales (el mar y el viento) a su autoridad.
1.
Jesús ordenó a la tempestad que se
calme y esta obedece (Mt 8,23-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25).
2.
Jesús caminó sobre las aguas (Mt
14,22-33; Mc 6,45-52; Jn 6,16-21).
·
Tres signos extraordinarios, que
tienen un sentido acusadamente simbólico:
1.
Multiplicación de los panes y los
peces. Es el único de todos los milagros de Jesús que es registrado
por todos los evangelios (Mc 6,32-44; Mt|14,13-21; Lc 9,10-17; Jn 6,1-13).
Ocurre en dos ocasiones según el Evangelio de Marcos (8,1-10) y el Evangelio de
Mateo (15,32-39);
2.
la pesca milagrosa (Lc 5,1-11; Jn
21,1-19);
3.
la conversión del agua en vino en las
bodas de Caná (Jn
2,1-11).
En esos tiempos, los escribas, fariseos y otros,
atribuyeron a una confabulación con Belcebú este
poder de expulsar a los demonios. Jesús se defendió enérgicamente de estas
acusaciones.25 Según los relatos evangélicos, Jesús no solo tenía el poder de
expulsar demonios, sino que transmitió ese poder a sus seguidores.26 Incluso se menciona el caso de un hombre que, sin ser seguidor
de Jesús, expulsaba con éxito demonios en su nombre
Crucifixión
Detalle del semblante de Cristo recién
muerto, obra de José Luján Pérez, 1793.
Jesús fue azotado, lo vistieron con un
manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su
mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: «Salud, rey de
los judíos».42 Fue obligado a cargar la cruz en la que iba
a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que en arameo significa ‘lugar del cráneo’. Le ayudó a llevar la
cruz un hombre llamado Simón de Cirene.
Dieron de beber a Jesús vino con hiel.
Él probó pero no quiso tomarlo. Tras crucificarlo, los soldados se repartieron
sus vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo,
griego y latín con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el rey de los
judíos», que a menudo en pinturas se abrevia INRI (Iesus
Nazarenus Rex Iudaeorum, literalmente ‘Jesús de Nazaret, rey de los
judíos’). Fue crucificado entre dos ladrones.43
Hacia las tres de la
tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí, lemá sabactani», que, según el Evangelio de
Mateo y el Evangelio de Marcos, en arameo significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?’.44 Las palabras finales de Jesús difieren en los otros
dos evangelios.45 También hay diferencia entre los evangelios en cuanto
a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y
Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan
se menciona también a la madre de Jesús y al «discípulo a quien amaba» (según
la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto
del evangelio no se menciona su nombre
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